domingo, 28 de febrero de 2010

Los niños viejos

El otro día iba en el metro, muy contento y entusiasmado, de camino al trabajo. Próxima parada: el Clot, sonó con excelente calidad por megafonía. El metro frenó con un brusco movimiento y se abrieron las puertas. Entonces, bajaron en esa parada varias personas radiantes de felicidad por poder comenzar una nueva jornada laboral, y subieron otras tantas alegres de saber que iban a coger el metro destino a su trabajo. En ese momento de éxtasis general, bajé la mirada y vi un niño que acababa de entrar con su madre. ¡Era un niño viejo!

Sí, sí, un niño viejo. Me explico. Los niños viejos -como suelo denominarlos por gracia divina- son aquellos pequeños, que a pesar de su corta edad, tienen facciones o rasgos que nos hacen recordar a personas de edad más avanzada. Es decir, son niños en medida y proporciones, pero personas mayores en rostro. Parecen adultos insertados en cuerpos pequeños. O niños sacados del videoclip Come to daddy de Aphex Twin. Bien, tanto no, pero conservando cierto mal rollo. Son niños, que además, los visten menos como niños, y más como pequeños prototipos de abogados, bibliotecarios, o comerciales. Y uno se plantea, ¿Y cuándo sean mayores? Pues intuyo que serán casi iguales, pero con sus medidas y proporciones correspondientes. Pero claro, no he podido hacer el seguimiento a ninguno de ellos; todos los que he visto han sido experiencias fugaces, sin ningún tipo de reiteración en diferentes edades. Pero vaya, que aún así, yo descartaría la opción de reencarnación de un adulto en un cuerpo pequeño como me dijo un amigo; o la teoria de qué pertenecen a otra variante genética. La cuestión, es que son niños viejos. Y están ahí.

viernes, 26 de febrero de 2010

La moda del Bulldog Francés; ¡Lo necesitas!

¿Vives en pareja, eres joven, guay, cool, y piensas que aún no quieres un hijo porque te queda mucho por disfrutar, pero en cambio quieres demostrar que estáis preparados para todo? ¡Pues no dejes escapar la ocasión, compra un Bulldog francés! ¿A qué esperas? Es la moda. Si no lo tienes, no eres nadie.

Eso es lo que deben pensar las miles de personas españolas, obviamente no todas, que han comprado al unísono esta raza, tan poco inculcada en nuestra sociedad hasta hace unos años. Es como llevar un iPod. Hay más perros en las perreras, en las calles, hasta en las tiendas; pero oye, el Bulldog francés está de moda. Da igual que la mitad se lo compren en un ataque consumista; como quién se compra la PlayStation sin que le gusten los videojuegos. Eso da lo mismo. En España tener un animal en casa es como tener un coche, un equipo de música, o un móvil. ¿Qué después te cansas o sale un modelo superior que se pone de moda? Pues lo dejas por ahí, y te compras el siguiente. Que además está nuevecito. Lo importante es estar a la última. Mientras, tenemos un montón de perros abandonados en perreras, en las calles. Pero claro, estos no están de moda; no son un Audi, ni un Sony, ni un iPhone. Vaya, que no fardas con ellos.

En fin. Si ya es triste pagar por un perro, que puedes encontrar abandonado en cualquier ciudad y perrera, ahora pagamos por las modas caninas, por los modelos, por las marcas. Y todos felices.

Por cierto, que gran Web: http://www.ilovefrenchies.es/

jueves, 25 de febrero de 2010

Reincidentes

Antes de nada, quiero aclarar que en este relato, totalmente real, descartaré poner nombres reales. Pero eso sí, que sepáis que es real.
Corrían los años 30, 40, 50, 60, 70, o 80, da lo mismo. Phillip Williamson se escondía, bien arrodillado, detrás de un buzón observando a una mujer mayor que pasaba por allí. Phillip, con la mirada fija, y las cejas bien acurrucadas, saltó de repente y estiró el bolso de la anciana; ¿Resultado? Se llevó un pintalabios, un monedero con cinco reales y 3 estampitas, y una bolsa de caramelos de anís.

Más al este, en otra ciudad que ahora no recuerdo, Rodolfo Peterson Smith entró en una tienda de alimentos. Al llegar, preguntó por si tenían aceitunas rellenas de anchoa. La dependienta le dijo: -Sí, en ese pasillo a la derecha-. Rodolfo la miró mal, muy mal. Seguidamente le dijo que se había equivocado, que buscaba un tarro de alcaparras. -Sí, en frente de las aceitunas de anchoa- le respondió la joven dependienta. Rodolfo, nuevamente la miró mal. Pero está vez mucho peor. Acto seguido, Rodolfo volvió a disculparse, de malas maneras, dicho sea de paso, y le preguntó por las albondigas en lata. La chica, extrañada pero muy paciente, le respondió: -Sí, al lado de las alcaparras, como a 3 metros más al fondo-. Ahora Rodolfo ya estaba muy cabreado. Y volvió a preguntar por otro alimento. La joven volvió a responder. Rodolfo se iba cabreando más y más. Pero seguía preguntando. Y la joven, contestando. ¿Resultado? Rodolfo robó a la joven dependienta 15 minutos hermosos de su vida y encima se metió en la chaqueta un paquete de chicles Cheiw.

Más al norte, pero no demasiado, Federico Perez Strauss se encontraba dispuesto a comprar un boleto a un niño que los vendía para costearse el viaje de fin de curso. El niño le ofreció el boleto, y Federico lo aceptó. ¡E incluso le pidió 4 boletos más! El niño muy contento se los entregó. Federico, con una sonrisa maliciosa en su rostro, le dijo que iba un momento a buscar dinero para pagárselos; que se había dejado la cartera en casa. No cabe decir que Federico nunca regresó. ¿Resultado? El niño nunca pudo ir de viaje de fin de curso, y entre una cosa y otra -influencias, malas compañías, drogas, videojuegos satánicos, Heavy Metal, etc.- acabó sin conocer la edad de 30 años. A Federico, encima le tocó el viaje del premio.

Más al sud-oeste, en un pequeño pueblo costero, Marisa Norcoa se encontraba sentada en un banco del parque. Un matrimonio se le acercó y le pidió que si podía vigilar la bicicleta del niño unos segundos, mientras lo llevaban al lavabo público para orinar. Marisa, rápidamente dijo que no había ningún problema. Cuando el matrimonio regresó del baño con la criatura, Marisa no estaba. Pero lo peor, la bicicleta tampoco. ¿Resultado? Marisa se llevó la bicicleta, la pintó de otro color y la revendió en un mercadillo; para colmo, el mismo matrimonio volvió a comprar la bicicleta sin saber que era la suya.

Pero estos ladrones, estafadores, o malas personas, un buen día fueron detenidas por la policia, e ingresados en prisión. De los 15 años de condena, cumplieron 4 meses. Al salir, aseguraron que no volverían a hacer fechorías. Y fundaron la Sociedad General de Antiguos Estafadores. ¿Resultado? Fueron mucho peores.

miércoles, 24 de febrero de 2010

Palomas agridulces

En Barcelona hay muchas palomas.Y también muchos restaurantes chinos. La carne que sirven, la de pollo por ejemplo, en ocasiones no parece pollo. Es muy blanda, demasiado jugosa. Todos sabemos el mito de los restaurantes chinos y la carne de gato. Pero, ¿no parece más lógico la carne de paloma?
De estas aves, en la ciudad, hay muchas más que gatos. Y nadie las echa de menos. Y puedes encontrar centenares cada día. Con ese color gris ceniza, esos cuellos con tonos cibernéticos, y esos movimientos robóticos; con ojos saltones y de mirada profunda. Perdón, creo que me he desviado del tema. Pues eso, que muchas veces yo dudo de que el pollo sea pollo. Pero ojo, con esto no quiero poner en juicio a todos los restaurantes chinos, que conste. Los hay que el pollo es claramente pollo, y el pan de gamba es claramente... pan. Pero es que hay algunos que dan que sospechar. Yo por si acaso, seguiré investigando sobre la existencia de palomas agridulces, con salsa curry, o rebozaditas con almendra.

martes, 23 de febrero de 2010

Un gran día

Los rayos de un sol intenso traspasaban mis preciosas cortinas de color ocre, hasta el punto que parecían tener brillo propio.Un pequeño aire, suave pero intenso, se colaba por la ranura que había dejado entre el marco y la puerta de la ventana. -¡Ah, qué gran día!- Pensé.
Me había despertado por si solo, ni tuve que esperar a la señal del despertador. Después me fui para la cocina. La cafetera estaba limpia, y el tarro de café, repleto. Preparé la cafetera, calenté algo de leche, y de inmediato me fui a desayunar sentado en mi sofá. Que maravilla. Reitero: que maravilla.

-Voy a ver las noticias- me dije. Encendí la televisión desde el mismo sofá (si claro, estaba en standby, aunque ya sé que no es recomendable). Y venga. A tragar cereales sentado como un rey y conocer como se despierta el día. Que maravilla. Bueno, que maravilla hasta que en las noticias dijeron: "buenos días, son las 9".
¿Las 9? Ale. con razón me desperté sin necesidad que sonara el despertador. Se había quedado parado a las 8.00h, 10 minutos antes de la hora que puse para despertarme. Total. Que venga. Me levanté hecho nervios. Tragué como un loco la leche y los últimos cereales; me entró por el otro lado. Me tuve que dar fuertes golpes en el pecho mientras preparaba la ropa para vestirme. -Ya no me da tiempo a ducharme, que rabía-. Me vestí a toda prisa, me peiné, como quién dice, a mano alzada. Cogí el abrigo y cerré de golpe. Entré en el ascensor. -¡Mierda, las gafas!- Volví a entrar en casa. Cogí las gafas, y nuevo portazo. Fui corriendo para la parada de metro. Bajé las escaleras, busqué mi billete y... -ah, que bien, me he dejado la cartera en casa-. En fin, un gran día.

La fabulosa e increíble historia del genial Johny McWilliams Patterson, el niño que quería ser futbolista de primer nivel mundial

Johny un día se puso a ver Billy Elliot. Se quedó absorbido por la película. Se levantó, fue a sus padres, y les dijo: -Papás, yo quiero ser futbolista de primer nivel mundial.

Y así fue, quiso ser futbolista de primer nivel mundial. Gracias Billy Elliot.

lunes, 22 de febrero de 2010

Libro Viejo

Es difícil ser libro cuando te ha tocado una cubierta poco atractiva. Eso debía ser lo que pensaba un pobre ejemplar que llevaba décadas en la estantería de aquella vieja librería, sin que nadie ni siquiera osara echarle un vistazo. Pasaban las estaciones, los años, pero ningún cliente se acercaba; el pobre libro seguía ahí. Llorando sobre su cubierta.

Pero un buen día, una joven entró en la librería; a ojear, más que nada. Comenzó por literatura clásica. Después filosofía. Literatura española. Y así, hasta llegar a esa vieja estantería repleta de libros en “liquidación” –desafortunada palabra para alguien que simplemente ha sido juzgado por su cubierta-. Nuestro libro, observaba inquieto a la chica. -¿Será mi primera vez?-. Después de sacudir el polvo de muchos libros, la joven cruzó su mirada con nuestro libro; lo cogió entre sus manos, y le dedicó una pícara sonrisa. Era lo que buscaba.

Superman en un curso de Photoshop

El otro día lo pensaba. Para mi Superman siempre ha sido un superhéroe un tanto repelente, excesivamente limpio, y con muy mal gusto. Y ojo, que tiene su mérito que los villanos lo respeten. Porque con ese conjunto combinando rojo y azul chillón, calzones por fuera, y ese flequillo engominado, pues francamente, que aún así se gane respeto... el hombre algo tiene que tener. Además, qué demonios, es el más fuerte. Tiene unos poderes sobrehumanos. No sé. Por poner un ejemplo, Superman coge a Batman y le mete una ostía que le gira la cara. Pero aún así, no me hace.

En fin. No me enrollo más, porque al fin y al cabo todo esto viene porque se me ocurrió un anécdota. Y es que me imaginé a Superman dando un cursillo de Photoshop y, ya desesperado, diciendo al profesor:
-Yo es que trabajar con tantas capas me lío...

Iba yo pensando y me dije: "Voy a hacer un Blog"

Y así fue. Y así es. Un blog donde poner cosas que me vienen a la cabeza. Pero no cosas normales, no. Cosas raras; anécdotas, quejas, relatos, e incluso chistes o situaciones que no tienen razón de ser. Y es que, uno a veces no quiere que todo tenga sentido. ¿No? Pues eso.

Iba yo pensando...