Soy de aquellos que no presta demasiada atención a las fechas señaladas. De aquellos que evita las felicitaciones y celebraciones puntuales como si fueran imprescindibles en nuestra vida diaria. ¿Qué es navidad? Pues bueno, mañana seguramente no lo sea. ¿Qué viene el año nuevo? Pues muy bien, dentro de diez días todos estaremos maldiciendo el nuevo año. Y todo seguirá igual, independientemente de las fechas; no habrá ni un cambio radical, ni de repente el negro se volverá blanco, ni los bancos repartirán dinero, ni las administraciones se volverán eficientes. Así es, y llámadme negativo o de carácter áspero, los insultos, los dejo a vuestra elección.
En el cumpleaños, más de lo mismo. La típica pregunta, ¿no te sientes más viejo?, pues no, no me siento más viejo. Me sentiría más viejo si mirara cinco años atrás, con el pelo más fuerte, la espalda menos contraída, y las arrugas más disimuladas, pero por un día, lo único que espero es que haya un buen regalo sobre la mesa y la gente como mínimo sea algo más simpática conmigo. Y aún así.
Pero en fin, se acaba el año y toca de nuevo el protocolo de las uvas, la ropa interior roja, y la copa de cava. Por cierto, el cava, que gran tema. Esa bebida que parece que tienes que beber por obligación. Coño, ni que fuese una hipoteca. ¡Que no vendrán a retirarte el año nuevo si no la bebes! Cuanta gente he sentido que dice, es que a mi no me gusta el cava pero como hay que brindar. ¿Qué eres masoca entonces? ¿Sabes que la copa sigue efectuando el mismo sonido aunque la bebida de dentro no sea cava? Sí, también puedes hacer chin-chin. Pues si no te gusta el cava, ponte cola, agua, o un buen whisky para olvidar al día siguiente. Porque empezar el año con cara de asco, como si te hubieras comido un limón, pues tampoco es plan. Y no mencionaré el tema de la ropa interior roja, que se sugiere casi tan absurdo como Nobel de Obama. ¿Acaso la gente piensa que el Dios de la suerte es un voyeur comunista? Por favor.
Pero bueno, es lo que hay. Cena, uvas, cava, excentricidades del familiar de turno, programas infames de televisión con un humor desgastado, la clásica broma de "nos vemos el año que viene", y la borrachera que destapa las miserias de tantas personas que considerábamos respetables, hasta ese momento, ya sea en casa, en el restaurante, en una discoteca, o en un desafortunado contenedor de basura.
Sí, ya, pero venga, lo digo: Feliz año nuevo a todo el mundo, y que el 2011 sea un año espectacular, sublime, fantástico; uy, la panacea de todos los años. Seguro que lo será ;-)
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