El mes pasado estuve por Italia y, casualmente, me encontré con mi amigo Carlo Pedersoli, que paradójicamente también estaba gozando de unos días de descanso. Supongo que su nombre real no os suena demasiado, pero si os digo que era el mismo Bud Spencer, la cosa ya cambia, ¿no?
Bud es un gran tipo. Y no lo digo únicamente por su tamaño. Es bastante buena persona, un trozo de pan, como quien dice. Aunque eso sí, de vez en cuando suelta unas ostias que te dejan tieso. Yo no he tenido la "fortuna" de sufrirlas en primera persona, pero si he visto situaciones divertidas -no sé porqué sus mamporros mayoritariamente te hacen reír- donde alguien ha sufrido sus manotazos con la palma completamente abierta, o el típico puño cerrado en toda la cabeza, con una trayectoria perfectamente definida de arriba a abajo. Recuerdo, así haciendo memoria, un día por los Ángeles, como cogió a dos energúmenos que acababan de robar el bolso a una pobre anciana, y los hizo chocar con sus cabezas entre sí; aunque los chicos sufrieron algunas contusiones, fue realmente divertido.
Bien, que me desvío del tema. La cuestión es que me encontré con Bud concretamente en Roma, y fuimos a tomarnos un helado. Qué mejor manera de recordar viejos tiempo, ¿no? Le comenté que aquí en España nos había hecho mucha gracia el anuncio que protagonizó para Bancaja, donde va dando golpetazos a diestro y siniestro, y él me aclaró que hasta que llegó al banco no sabía que se trataba de un anuncio, y que realmente estaba enfadado con el cajero. -Ostras Bud, ¡eres lo que no hay!- Le dije, dándole una palmada en la espalda. -Calla, calla- me dijo. -Tienes razón Dani, estoy encasillado. Parece que lo único que recuerda la gente es mi lado violento-
Ahí noté que Bud cambió de expresión. Sus ojos achinados se vistieron con algunas lágrimas. Aunque rápidamente se las sacudió, como sacude todo lo que se mueve por donde pasa. -No, en serio, -volvió a comentar- siempre se me recuerda por mis golpes, pero nadie dice nada de mis interpretaciones.- Entendí rápidamente sus palabras, y desgraciadamente, en cierta manera, yo mismo las compartía. Y me entristeció, pues creo que Bud es uno de los actores más infravalorados de la historia del cine. Miré hacia el cielo, como esperando alguna ráfaga de inspiración para contestarle, y seguidamente degusté un poco de helado de vainilla.
-Y que importa- le dije. -Sí, sí, ¿Y que importa Bud?- Él me miró, mientras se limpiaba la barba de un pedazo de helado de pistacho. -Mira Bud- proseguí - en este mundo las valoraciones van según unos cánones, y no tienen porque ser justas, ni reales. Parece que un actor es bueno si hace drama, si se le muere la familia, atropellan a su perro, y violan a su novia. Pero no, la vida está llena de pequeñas cosas. Y tu eres uno de esos actores que mejor han sabido plasmarlas. En "Le llamaban Trinidad" hiciste un papel magnífico; combinaste humor, decepción, egoísmo, antipatía, y aún así, caías bien a todo el mundo. En "Quien tiene una isla, tiene un tesoro", mostraste un lado sensible y pasional. ¿Que importa que fuese con humor de trasfondo? El humor es necesario, y tu has dado mucho. ¡Tus golpes hacen reír hasta a quién los recibe! ¿Quién consigue eso?.- Bud, estaba aparentemente emocionado. El camarero vino a pedir la cuenta. -Bud, aquí viene el camarero- le dije -pégale, verás, hazle cualquier cosa. Todas las personas que hay aquí, en esta terraza, disfrutarán. Son esas pequeñas cosas que tu haces como nadie- . Se quedó un tanto asombrado. Pero rápidamente agarró la bandeja del camarero, y con un gesto seco y duro, se la estampó en toda la cara. La gente comenzó a reír.
-¿Lo ves Bud, lo ves?- Me miró con alegría y felicidad. -Si no te han dado un Oscar, pues bueno, ¡que les den! Ya ves, ¡si le han dado un Oscar a Sandra Bullock! ¿Te crees que esa gente está más preparada para juzgarte que la que hay ahora en la terraza, detrás del sofá, o viendo un partido de futbol? No. Y lo que importa es que esa gente, a ti te tiene por un grande y les has hecho pasar grandes momentos. Y si hay una película tuya en la televisión, la ven entera, y disfrutan en cualquier momento.- Se levantó, dibujo una enorme sonrisa, y me dio un fuerte apretón de manos. Estuve un mes con una fractura en el dedo meñique de la mano, aunque Bud me llamó hasta dos veces a ver como lo llevaba. Es un gran tipo, ya lo dije.
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