jueves, 23 de diciembre de 2010

Cuando los ricos quieren ser más ricos

La "ley Sinde" llegaba a su cita de aprobación en el congreso con buena salud; pero después de la marcha atrás de algunos grupos, que seguramente habrán primado su reputación social por encima de las presiones y convicciones internas, la ley empieza a dar coletazos y parece agonizar. Las reacciones por diferentes bandos no se han hecho esperar. Internautas y no internautas, que no se encuentran en las altas esferas de la sociedad, han aplaudido mayoritariamente el desenlace; mientras, algunos creadores de élite -entendemos, con dinero y notoriedad social-, han expresado su malestar por la marcha atrás de esta ley que quiere mutilar parte de la libertad en la red.

Dicen en un artículo de El Pais, que la cultura -músicos, cineastas, y escritores-, están indignados. Pero yo me pregunto, ¿Quién es la cultura? ¿Quién la representa? La cultura, afortunadamente para este país, no son cuatro gatos que están en la élite y desean aumentar aún más sus cuentas corrientes; que en vez de tener dos chalets, les gustaría tener tres. La cultura somos todos. La cultura es cualquier persona del día a día, que hace eso, cultura. Que escribe, canta, ilustra, fotografía, diseña, y muchas cosas más, para poder pagar sus impuestos, tener un piso, y permitirse de vez en cuando algunos caprichos. Son personas que están básicamente al mismo nivel social que un mecánico, un carpintero, un administrativo, o cualquier otra profesión tan respetable. Como digo, por fortuna, la cultura es demasiado extensa y no se reduce a estos personajes del artículo citado.

Desde pequeño me han apasionado muchos ámbitos de la cultura, y me ha encantado compartir mis creaciones con los demás. No tengo chalet, ni siquiera coche. Vivo como la gran mayoría de personas de este país trabajando día a día para llegar a fin de mes, y cuando llego del trabajo, tengo ánimos y mucha ilusión para seguir creando, aunque muchas veces la remuneración brille por su ausencia. Para muchos es difícil de entender, pero cuando te gusta algo, lo entiendes. Y claro que aspiro a más, no voy a ser tan hipócrita como para asegurar que rechazaría mayor compensación por lo que hago. Todo el mundo quiere que le valoren su trabajo. Pero una cosa es que tu trabajo del día a día sea más o menos valorado, y otra muy distinta, lo que pretenden estos personajes que dicen representar la cultura del país, que es vivir de su obra por el resto de los días sentados desde el sofá, e irse enriqueciendo más y más. Sobretodo cuando solo son una pequeña parte de la cultura de este país, y deberían darse por unos enormes afortunados al tener un nivel de vida tan alto, en comparación al resto de los mortales, incluso de los que se dedican a lo mismo que ellos. Pero no, aún así, quieren más. Quieren que los que tenemos menos, les demos más. Es curioso, que en cambio, no digan que las subvenciones que ellos reciben, infinitamente superiores al resto de "creadores" -la mayoría, sencillamente no tienen-, las estamos pagando entre todos; y cuando digo todos, también me refiero al lampista que después se baja una canción, o al dependiente que mira una película por internet.

Y si hablamos de temas de robo y piratería, yo también me podría quejar. A mi también me han robado. Me ha robado la SGAE, que no está demasiado por la labor de fomentar la cultura en este país, sino por fomentar las arcas de aquellos que más tienen. Cuando hice mi primer cortometraje, nadie, por descontado, me subvencionó. Es más, perdí tiempo y dinero. Cada vez que grababa mi obra en un DVD estaba pagando dinero a la SGAE, por la cara, porque así lo dice un cánon sin ningún tipo de sentido. Grabé más de 100 cortometrajes, y me robaron más de cien veces por una obra que encima era mía, realizada con el sudor de mi frente. Esto fue en 2004. Desde entonces, han pasado seis años y he realizado muchos más proyectos que han ido aumentando las arcas de una institución que se proclama como la defensora de la cultura. Pues bien, yo también formo parte de la cultura, y más que defenderme, me han atracado.

Y esto sucede, cuando los ricos quieren ser más ricos, robando a los pobres.

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